jueves, 24 de marzo de 2011

RECORDANDO EL INCIDENTE "ROSWELL"


Este incidente sucedió en la ciudad de Roswell sede del condado de Chaves ubicado en Nuevo México, Estados Unidos.
Todo comenzó en Julio de 1947, un granjero llamado Mack Brazel descubre unos restos dispersos por su rancho cerca de Corona, Nuevo México. Se lo comunica al sheriff el 5de julio. Según lo describió Mack Brazel al Roswell Daily Record en su edición del 9 de julio.

En los periódicos del día 8 de julio se da el siguiente titular: "Las fuerzas aéreas capturan un platillo volante en un rancho de la región de Roswell". Se avisó al mayor Jesse Marcel de la base aérea del Ejército en Roswell, que fue personalmente al lugar.
El día 9 el titular decía: "Ramey desmiente lo del platillo volante". Ramey era general de brigada en la base militar de Fort Worth (Texas) y se desplazó, a petición de Brazel, para ver los restos, que identificó inmediatamente como un globo meteorológico. Después la prensa fotografió los restos.
En otro artículo se relata como W.W. Brazel y su hijo encontraron el material el 14 de junio, y que estaba formado principalmente por tiras de goma, papel de aluminio, cartón y varillas de madera, aunque se dice que los verdaderos restos fueron sustituidos por la brigada cuando esta llevo el material a la base de Fort Worth.
Posteriores informes de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos de septiembre de 1994 y junio de 1997 afirmaban que lo estrellado en Roswell eran los restos de un vuelo del proyecto Mogul.
También hubo una investigación sobre el asunto debido a la petición de un congresista de Nuevo México. Fue realizada por el secretario de las Fuerzas Aéreas y el Departamento de Defensa. En ella se identifican los residuos de Roswell como restos de un sistema de detección acústica de baja frecuencia que llevaban los globos, de largo alcance y altamente secretos, llamados "Proyecto Mogul": un intento de captar explosiones nucleares soviéticas a altitudes de la tropopausa. Los investigadores de las Fuerzas Aéreas, tras registrar meticulosamente los archivos secretos de 1947, no encontraron pruebas de un aumento de tráfico de mensajes.


SE RENOVO EL INTERES


Hasta 1978, el incidente de Roswell recibió poca atención, hasta que los investigadores Stanton T. Friedman y William L. Moore compararon los resultados de una serie de entrevistas que cada uno había llevado a cabo por separado.
El astronauta del Apolo 14, Dr. Edgar Mitchell, aunque no fue testigo directo, también ha afirmado en numerosas ocasiones que Roswell fue un verdadero incidente relacionado con extraterrestres, basado en sus contactos de alto nivel dentro del gobierno. "Yo he visto los expedientes secretos ovni, y no hay duda de que hubo contacto con extraterrestres” .Este astronauta opina también que hay una organización gubernamental paralela e independiente al gobierno que realiza experimentos con tecnología extraterrestre y por eso no se puede sacar a la luz todos estos incidentes.

Para muchos ufólogos, el caso Roswell es considerado uno de los acontecimientos ufológicos más importantes y el inicio de los encubrimientos, mientras para los escépticos es solamente el caso más popular. La posición oficial del gobierno de los Estados Unidos, desde 2005, es que nada de naturaleza paranormal o extraterrestre había ocurrido. El informe definitivo de la Fuerza Aérea en cuanto al caso Roswell está disponible, así como la respuesta a dicho informe por parte de ufólogos, que insisten en que el informe es falso.


Algunos ufólogos han argumentado que el gobierno de los Estados Unidos sabe que los extraterrestres han visitado nuestro planeta desde al menos 1947, pero todavía no lo admiten, e incluso algunos grupos postulan que habría una conspiración del ocultamiento extraterrestre y que está actualmente en posesión de tecnología alienígena.
Por eso los motivos que tenía el gobierno para guardar el secreto inicialmente serían evidentes. Los altos funcionarios del gobierno probablemente temerían una situación de pánico general al dar a conocer que existía una posible amenaza extraterrestre (como ocurrió en 1938 con una emisión de radio de La guerra de los mundos).

Esta hipótesis también barajaba como real, hasta que se descubrió en 2006 que era un fraude, la autopsia realizada supuestamente en 1947 a los extraterrestres capturados defendiendo que el gobierno quería ocultar datos por estar desarrollando nuevas tecnologías. También aseguraban que los extraterrestres estaban vivos antes y durante la autopsia.


INVESTIGACIONES MAS CONCRETAS



Willian Moore encontró los periódicos del 8 de julio de 1947 que cubrían el suceso de Corona-Roswell. En los artículos aparecían las fechas y los nombres del ranchero, el sheriff y el personal de la RAAF. Friedman y Moore entrevistaron a 62 personas relacionadas con el acontecimiento, entre ellas Bill Brazel (hijo del ranchero que halló los restos), algunos vecinos -como Loretta Proctor- que incluso habían recogido piezas, y el hijo de Jesse Marcel.
Haut, el oficial de prensa que había dado a conocer la historia, aún vivía en Roswell, y gracias a su anuario se pudo localizar a otros testigos y obtener detalles del suceso. En 1986, Friedman y Moore ya habían entrevistado a 92 personas y publicado seis artículos. Friedman convenció a los productores de Misterios Sin Resolver de la conveniencia de emitir un reportaje sobre Roswell en su programa en la NBC-TV. En agosto de 1989, mientras filmaban en Roswell, Friedman conoció a Glenn Dennis, antiguo trabajador de la Funeraria Ballard, que prestaba sus servicios a la base aérea.
Por primera vez, Glenn mencionó las anomalías habidas en el hospital de la base en el verano de 1947. No sólo fue consultado sobre la manera de tratar "cuerpos pequeños", sino que fue expulsado por la fuerza del hospital en su siguiente visita.
¿Tenían cuerpos de extraterrestres hallados en el lugar del accidente? Dennis así lo cree. Según dice, conoció a una enfermera de la base que le comentó que dos doctores habían practicado la autopsia a unos cadáveres "muy malolientes". Según Dennis, esos cuerpos tenían la piel gris-marronosa, cabezas grandes, hendiduras u orificios como nariz, orejas y boca, cuatro finos dedos, sin pulgar, y carecían de pelo. Después de varios encuentros con Dennis, la enfermera desapareció, en apariencia trasladada a Gran Bretaña, pero cuando trató de ponerse en contacto con ella sus cartas le fueron devueltas con el sello "Difunta".
Esa emisión de Misterios sin resolver en septiembre de 1989, fue todo un éxito: fue vista por 28 millones de personas en EE UU. Le siguió una avalancha de libros, programas de TV y ataques de detractores. Por entonces, los investigadores se habían dividido en dos facciones: si bien ambas estaban de acuerdo en que se había estrellado un ovni en el rancho Foster, una, en la que figuraba el propio Friedman, creía que había ocurrido un segundo accidente, en San Agustín (Nuevo México).

ENTREVISTA A GERALD ANDERSON OTRO TESTIGO CLAVE



El único testigo vivo del caso Roswell se llama Gerald Anderson . Cuando se le realizó la entrevista tenía 53 años. Vive en Springfield, Missouri, Estados Unidos. Durante cuarenta años se mantuvo en silencio por “miedo a las represalias” hasta que en 1989 decidió contar la increíble experiencia que había vivido junto a sus padres, su hermano, su tío y su primo.
En 1947 Anderson vivía en Nuevo México , tenía apenas cinco años y medio , y lo que protagonizó le provocó sorpresa y excitación.
Su relato fue sometido a un detector de mentiras y a prueba regresiva bajo hipnosis. Nunca se contradijo . Hoy, después del video donde se mostró la autopista a un supuesto ET, su testimonio arroja nueva luz sobre el sonado caso. A pesar de un bloqueo coronario , y más allá de miedos , silencios y presiones, el recuerdo de Anderson prevalece sobre el olvido. Aquí su historia:
“Ví un OVNI y cuatro extraterrestres”
El sol es un manto de fuego. El chico siente que el aire caliente le perfora la nariz y lo sofoca. Detesta este clima, aunque sus padres le habían dicho que ya pronto se acostumbraría. Hacía apenas un mes que su familia se había mudado a Alburquerque, Nuevo México. El clima y el entorno social eran mejores en el norte, donde había nacido y crecido, pero su papá era operador de maquinarias de precisión y soñaba con trabajar en Sandia Corporation, la prestigiosa instalación militar y nuclear de Nuevo México. Los ojos del chico ahora buscan sombra en algún lugar de la planicie, pero no la encuentra.
Escucha decir a su padre que apenas son las once de la mañana, pero que el calor debe andar ya por encima de los 45°. De pronto siente una sed irreprimible, pero decide callar. Sabe que no habrá nada que tomar hasta llegar al rancho de unos conocidos de su familia, que viven a treinta minutos en auto de allí. Primero intenta entrenerse tirándoles piedritas a Glenn, su hermano mayor, o cruzando sonrisas de complicidad con su primo Víctor, también mayor y más travieso que él. Después, se dedicó a lo que realmente habían venido a hacer a ese remoto lugar llamado Planicies de San Agustín: buscar atractivas piedras de colores que su hermano luego cambiaría por cigarrillos, asegurándole una propina y a veces unas pitadas a él. De pronto, sus ojos quedaron atrapados en un objeto que emitía reflejos de luz, como a unos 100 metros de donde estaban.
Su papá y su hermano mayor también lo vieron, pero pensaron que provenía de alguna botella rota de vidrio en la que se reflejaba el Sol. A medida que se acercaban al lugar, la intensidad de la luz era mayor y ahora toda la familia se preguntaba qué era lo que estaban viendo. Cuarenta metros más adelante, Gerald (Jerry) Anderson, que entonces tenía cinco años y medio, vió algo que alguna vez imaginó de forma similar en alguna revista de historietas o de ciencia ficción: “Nunca supe si mi sorpresa fue mayor que mi excitación (confiesa ahora sentado en el living de su casa en Springfield, estado de Missouri). Lo único que sé es que esa experiencia cambió para siempre mi vida y mis creencias”.
Hoy, a los 60 años, el recuerdo de Anderson de ese incidente está tan vivido como cuando era chico. Por su vida ya pasaron muchas cosas, buenas y malas: vivió 18 años contra su voluntad en Alburquerque, se mudó al norte, se casó y se divorció, fue sheriff en un pequeño pueblo de Missouri, se volvió a casar. Ahora es director de seguridad en la Universidad de Missouri, es un devoto de la iglesia Episcopal, y después de superar un terrible bloqueo coronario que casi le produce un infarto, siente que “nació de nuevo”. Solo que lo que vio en Planicies aquel día lo marcó para toda la vida. “Lo peor es que no podía contarle a nadie mi experiencia ni tampoco olvidarla. La llevé toda la vida simultáneamente como una cruz y un orgullo”, sigue.
Tiene sonrisa franca y mirada transparente. Cuando habla, su voz ronca, emitida desde casi dos metros de estatura, infunde respeto y seguridad. Siempre tuvo claro que su historia es única. Hoy, con sus familiares de entonces y otos protagonistas del incidente, ya fallecidos, Gerald Anderson se levanta como el único testigo vivo del caso Roswell. Curiosamente, fue un accidente lo que motivó que su testimonio sea hoy conocido en todo el mundo: en 1989, tras ver en televisión el programa "Misterios de lo desconocido", dedicado al incidente Roswell, Anderson decidió llamar al número que aparecía en pantalla, explicando quién era. Habían pasado poco menos de 45 años de aquel episodio. “Me dí cuenta de que los protagonistas originales ya habían fallecido y los otros testimonios eran de segunda o tercera mano (comenta). Supuse que mi aporte podía ser muy útil para esclarecer la verdad”.
Anderson creyó que ya había llegado la hora de salir de la oscuridad y del silencio, de desafiar las amenazas gubernamentales, de contar la experiencia tal cual la había vivido, sin miedos, presiones ni tapujos. Su testimonio, que se transcribe a continuación, es único y revelador. Un documento histórico.
“El primero que dijo algo fue mi primo Víctor. ‘Allí hay algo raro’. Estábamos como a unos cien metros de un objeto plateado y circular que estaba como clavado en ángulo en la tierra. Alrededor del objeto había vegetación quemada, algunos arbustos que todavía ardían, dos o tres árboles que habían sido como cortados en dos, con el tronco aparentemente quemado en la parte superior. ‘Aquí se estrelló algo -dijo papá- No sé si es un dirigible o algo asi’. En esos momentos, ya estábamos como a unos veinte metros del artefacto y allí fue cuando mi hermano gritó: ‘esto es una nave espacial... son marcianos’, entonces empezábamos a enloquecer, caminando, hablando entre nosotros y dando vueltas alrededor del disco. De pronto, sentí mucho miedo. Sobre todo cuando a ví tres criaturas tendidas en el suelo, junto al disco volador. Otra estaba sentada. Dos de los que estaban tirados, directamente no se movían. Tenían como una especie de vendajes por todos lados y uno llevaba incluso su brazo cubierto con esas tiras que parecían de tela. Me acerqué a uno de ellos, que tenía una venda a la altura de la cintura y otra en el hombro.
El que estaba sentado se puso de pie y aparentemente estaba ayudando a los demás con estas vendas que digo. Uno de los que estaba justo al lado suyo respiraba entrecortadamente, de manera inusual. Era obvio que tenía mucho dolor. Los otros dos permanecían inmóviles. El único que se movía, como dije antes, era el que al principio estaba sentado, y al vernos se asustó. Comenzó a retroceder, presa del pánico. Al principio mis familiares y yo solo emitíamos exclamaciones de sorpresa.
El más excitado era mi primo Víctor, que saltaba de un lado al otro, metiéndose por todas partes, entre confundido y temeroso. Mi hermano Glenn estaba mirando el disco y sacó del paso a Víctor, quien estaba metiendo la cabeza por la rajadura que la nave tenía al medio, para sentarse sobre la misma, con una pierna adentro y otra afuera del plato volador. Glenn le pidió que no se acercara tanto, no fuera cosa que el disco explotara.
Luego Glenn lo imitó a Víctor, subiéndose a la rajadura y sentándose al medio, con una pierna afuera y otra dentro del objeto. Yo estaba allí, mirándolos.
Mientras tanto mi papá y Ted estaban arrodillados al lado de la criatura que estaba viva, y Ted trataba de hablarle. La criatura no le respondía. Cuando alguien se movía, la criatura se espantaba, retrocedía y levantaba sus manos al unísono, como temerosa de que le hicieran daño. Parecía estar bien, aunque había un par de roturas en su uniforme. En cambio, sus compañeros estaban visiblemente heridos, y sus uniformes estaban destrozados. ¡Parecía que venían de una terrible guerra! Sin embargo, no ví nada que se pareciera a sangre. Pero sí observé una caja de metal cerca de la criatura que estaba con vida. Dentro de la misma, había ese tipo de tela para vendas, como la que cubría parte de los cuerpos. Creo que era un botiquín de emergencias.
El que respiraba entrecortadamente parecía tener una pierna fracturada o algo así. Los demás no mostraban deformidades o algo parecido. Toqué a una de las criaturas y no se movió. Por la manera en que tenía los ojos, como mirando al vacío, me pareció que estaba muerto. Recuerdo que cuando lo toqué estaba muy frío. Me pregunté por qué no había tapado los cuerpos de sus compañeros. Yo creo que cubrimos a nuestros muertos porque nos da miedo mirarlos. Pensé que esa costumbre tiene sentido aquí, en la Tierra, pero quizás para ellos no.
En un momento pensé que eran muñecos. Había algo que no parecía real en ellos, aunque uno se movía y reaccionaba. Recuerdo haber puesto mi mano contra el disco y noté que su superficie estaba fría, como si adentro estuviera refrigerado. Como estábamos bajo el Sol ardiente, en medio de un desierto, lo normal hubiese sido que el aparato caído tuviese altas temperaturas, pero no.
El área adyacente adonde puse mi mano también estaba muy fría, comparada con otras cercanas. En realidad, alrededor nuestro hacía mucho calor, pero cerca del disco estaba muy frío”.
¿Cuan cerca estaba usted del extraterrestre vivo?
Yo diría que poco menos de un metro. No me acerqué tanto como papá y mi tío. Ellos estaban agachados a su lado. En un momento, mi tío Ted tocó al que estaba vivo en el hombro, como tratando de consolarlo. A esa altura, la criatura ya no retrocedía con temor, con las manos en alto, como antes.
¿Por qué fue usted detrás del disco?
Porque mi hermano Glenn ya estaba allí, En realidad, quería saber que hacía mi hermano, quien estaba metiendo la cabeza tan adentro que hasta se lastimó la cara. También alcancé a ver lo que había adentro. Parecían como componentes electrónicos, de propulsión o algo así . Estaban todos conectados entre si por cables muy delgados que colgaban hacia afuera de la rajadura. Algunos de ellos volaban al viento como si fueran colas de caballo, y tenían luces por todos lados, que también oscilaban y titilaban. Cuando la brisa las movía, parecían ser de fuego.
En el centro de la nave había algo así como jeroglíficos de color rojo, aunque como sellados sobre un fondo marrón. Algunas luces se apagaban y prendían, unas de color verde y otras de ámbar.
¿Eran del mismo color de las luces que colgaban fuera de la rajadura?
Algunas eran de color rojo luminoso, otras brillantes pero más blancuzcas. Algunas, sobre todo las rojas, eran muy brillantes y con intensidad fluctuante, a veces realmente brillosas y otras difusas. Yo nunca llegué a meter tanto la cabeza dentro de la rajadura como mi hermano Glenn, quien me dijo que hacía mucho frío allí.
¿Cuán grande era la rajadura?
Yo diría que de unos tres metros. Comenzaba casi desde la parte más baja del disco e iba casi hasta la cima de la bóveda superior. Estimo que debía tener alrededor de un metro de ancho. La rajadura era elípticamente vertical, como un paréntesis gigantesco. La parte más ancha parecía ser hacia el centro. Lucía como si algo adentro hubiera explotado, abriéndola y doblando su material exterior, dejándole bordes muy filosos. También había un olor muy fuerte, parecido quizás al alcohol o algo así. Esto fue lo que motivó que mi padre le repitiera a mi hermano mayor que no fumara a riesgo de que explotara todo.
Fue en ese momento que un grupo de cinco estudiantes universitarios y su profesor, el doctor Buskirk (no recuerdo su primer nombre), se acercaron al lugar del hecho. Estaban realizando una excavación arqueológica a pocos kilómetros de allí, pero después de ver la noche anterior lo que creyeron era un meteorito que se había estrellado, se largaron a inspeccionar el área. Al llegar y ver lo mismo que mis familiares y yo, sus reacciones fueron muy similares.
Primero se sorprendieron y luego entraron en shock. Recuerdo que Buskirk le dijo a papá que él hablaba varios idiomas y trató de comunicarse con el extraterrestre, pero sin éxito. Luego, Buskirk intentó entenderse mediante signos, pero también fue en vano.
¿Qué pasó después?
Llegó el ejército y empezó el terror. El que daba las órdenes era un pelirrojo de malos modales, soberbio y omnipotente. Lo acompañaba un soldado negro que ejecutaba todo lo que su superior le pedía. Rodearon todo, apartándonos con la culata de sus fusiles y ordenando que no abriéramos la boca. En pocos minutos aquello parecía una invasión. A papá le dijeron que si hablábamos ese episodio con alguien nos enterrarían vivos en el desierto. Como papá estaba por entrar a trabajar en Sandia corporation, pidió que hiciéramos caso: no quería ensuciar sus antecedentes. Yo dije que me moría de sed y me negaron agua. Nunca lo voy a olvidar.
¿Los echaron del lugar?
Nos ordenaron: -“¡váyanse por allí, no miren para atrás y no abran la boca!”.- Mientras nos íbamos en el auto, vimos cientos de soldados en camiones y a pie, y aviones que habían aterrizado en la ruta.
¿Nunca habló de ésto con nadie?
Únicamente con mi hermano y cuando estábamos solos. A veces, mientras jugaba con mis amigos, también se me escapaba algo. Papá y tío Ted siempre mantuvieron silencio, aunque me consta que cuando se retiró de Sandia, muchos años después del incidente, mi padre se lo contó a un amigo.
¿Alguna vez tuvo sueños o pesadillas con respecto a los ET?
Nunca
¿Por qué dejó pasar tantos años para hablar?
Por temor a las amenazas y a que si contaba algo me tomaran por loco. Pero cuando ví en TV que otros testigos también habían salido al frente, opté por el mismo camino.
No busco fama ni dinero con todo esto. De hecho, después de mi problema coronario, me mudé y solo unos pocos conocidos pueden ubicarme. A esta entrevista accedí porque me lo pidió Staton Friedman, un investigador serio que respeto y admiro porque busca la verdad.
¿Hay alguna corroboración científica de que usted dice la verdad?
Ya me sometieron dos veces a un detector de mentiras. Además, el psicólogo norteamericano John Carpenter también me hipnotizó varias veces. El resultado fue invariablemente el mismo: mi experiencia existió y es auténtica. Mi relato no tiene contradicciones.
• Obviamente, usted cree que hay vida extraterrestre...
¡Por supuesto! Hay que mirar detenidamente el cielo de noche para darse cuenta de que a la luz del Cosmos todo lo que parece crucial e importante en la Tierra, tiene menos significado y dimensión que la que le damos los terrestres.
Curiosamente, Anderson jamás volvió al lugar de los hechos hasta 1990, o sea 43 años después. Lo hizo como parte de una comitiva de investigación, financiada por el empresario americano Robert Bigelow, junto al especialista Staton Friedman y el psicólogo John Carpenter, quien había realizado ya varias sesiones de hipnosis regresivas con Anderson.
Llegaron a las Planicies de San Agustín en helicóptero. “Anderson saltó tan pronto como tocamos tierra y corrió hacia el lugar donde recordó haber visto el plato volador incrustado y su tripulación de 4 ET (explica Friedman). Su excitación era inocultable y creaba una atmósfera de autenticidad, mientras nos llevaba de un lado al otro, señalando, gesticulando y repitiendo frases textuales de él y sus familiares aquel dia”.
Anderson recordó que en aquella época, en ese lugar solo había planicies, caminos de barro, alguno que otro rancho rústico y un molino de viento. En 1990 todo estaba igual, salvo el agregado, un tanto más al norte, de un grupo de 27 radiotelescopios llamados The Very Large Array, que se extiende a lo largo de unos 20 kilómetros, configurándose conjuntamente en un suerte de letra “Y”, seguramente el radiotelescopio más grande del mundo. Después de observar las reacciones de Anderson en el lugar del hecho, el psicólogo resumió: “No hay fundamentos para dudar de su honestidad ni de sus motivaciones. Además, tanto en el relato que hizo in situ como en los previos que realizó bajo hipnosis durante un año, no hay contradicciones. Estoy convencido de que dice la verdad tal cual la vió y la vivió”.
Sus declaraciones en una entrevista en septiembre de 1990:
“Los soldados nos indicaban por dónde ir retrocediendo y caminaban al lado del auto. Cuando llegamos a la ruta, vimos que hormigueaba de soldados. Había barricadas y de todo. Y la última vez que vimos al profesor Buskirk y sus estudiantes, estaban parados allí hablando con otro soldado (Glenn dijo que parecía un oficial) y Buskirk señalaba hacia el sitio del aterrizaje. A nosotros nos hicieron tomar hacia el este por la ruta a Datil. Y nos gritaron: `¡No paren, no vuelvan!’. Cuando miré para atrás y vi el plato volador clavado en el suelo, justo cuando dimos la vuelta a los árboles, había un montón de soldados y estaban todos alrededor del aparato, pero ya no pude ver a la tripulación (del plato volador) que antes estaba en el suelo. Estaban llegando más vehículos y maquinaria y parando allí. Como el camión que había llegado primero.
“Los soldados se movían alrededor. Estaban haciendo muchas tareas raras y tirando una especie de cables. También parecía que ponían algo en el suelo, y sacaban cosas de los camiones. Un montón de ellos simplemente estaba parado ahí. Pero la actividad era frenética. Cuando entramos en la ruta principal, ya habían puesto una barrera y estaban trayendo cosas, y me acuerdo que había un jeep que arrastraba un trailer con un motor, como un generador. Cuando estábamos en la ruta, Ted preguntó a un soldado: ¿Podemos volver hasta el almacén y comprar algo para tomar?. `¡No! ¡Váyanse para allá! ; el soldado apuntó hacia el este. Fue activo y directo.”

Para cerrar este post, puedo decir según las evidencias tanto a favor como en contra, que si sucedió algo verídico en Roswell y muchas personas debido ha intereses “desconocidos” han tratado de ridiculizar este contundente caso de contacto extraterrestre.

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